La línea Ossido surge de una apuesta contra el tiempo, al querer perpetuar un material en un momento preciso de su vida y hacer que permanezca así para siempre. Para ser exactos, se trata de la reproducción de un proceso de oxidación de placas de cobre y metal, que produce un color fuerte y característico, pero que luego desaparece inevitablemente a medida que avanza el proceso de oxidación.
El desafío de Laminam ha sido precisamente inmortalizar el momento de máximo esplendor cromático en sus superficies, simulando los efectos de los agentes atmosféricos y desarrollando también variaciones de color particularmente atrevidas, como el Verderame (cardenillo). Una línea donde juega un papel fundamental la luz, que siempre aporta nuevos reflejos y matices.